Uno de mis primeros juguetes fue un triciclo, a mis 5 o 6 años era feliz pedaleando en falda, cuando tenía 10 o 12 años en una navidad pedí una bicicleta, la típica bici cross rosada que le regalan a las niñas y aprendí a montar al frente de la casa y como era de esperarse con caídas y sus respectivos raspones en las rodillas. Cuando me caía, mi abuela o mi mamá corrían a consolarme y ayudarme a levantar. Como muchas cosas en mi vida deje de montar y la bici quedó olvidada en algún rincón de la casa.
No sabía en ese entonces las lecciones que sobre la bici iba a aprender ya de adulta, gracias a mi novio de ese entonces (ahora mi esposo) porque el ciclismo en mi vida llego en el momento en que necesitaba esa lección, para ayudarme a superar una depresión porque más que físico el ciclismo es mental.
Compramos bicis económicas, el dijo “Por si acaso no te gusta y no quieres seguir”. Jeje al principio el dolor en las nalgas por el sillín, en las piernas por la fuerza, sin embargo me gustaba salir cada domingo y celebrar que podíamos andar cada vez mas lejos. Al principio subir una montaña era para mi un reto, sentía miedo y en algún punto frustración. Lo bueno es que montamos en grupo habían mujeres y nos apoyamos entre nosotras para seguir. Nuestros esposos nos esperaban arriba, fue clave tener esa motivación, porque no te rindes.
Así que me empezó a gustar y decidimos comprar mejores bicis y también llegaron las caídas, tengo recuerdos en forma de cicatrices en mi piel al principio me sentí mal y ahora cuando las miro me dan orgullo porque son el recuerdo de que me levante después de caer y seguí, algo que parece tonto pero que no es fácil ni en la bici ni en la vida. Puedo decir que el ciclismo me ha dado esa fortaleza mental que necesitaba, es curioso como la vida te da lecciones en el momento en el que las necesitas recibir. Montar bici es algo que todos podemos hacer y aprendimos de niños pero que no todos se dan la oportunidad de practicar, porque requiere salir de tu comodidad, te exige no solo mental sino físicamente y cuando superas ese limite sientes la felicidad, sabes que ya no eres la misma persona del pasado.
Con orgullo les comparto el recuerdo que tengo de la primera vez que subí al alto de la cuchilla, me dolían mucho mis piernas pero estaba feliz de lograrlo coronar la cima de la montaña siempre será gratificante y te recuerda que si se puede.
¿Sabes montar en bici? podemos escribir juntos me gustaría saber si la bici fue parte de tu vida me encantaría leer lo que este escrito te hizo pensar o si te hizo sonreír. Sígueme en mis redes sociales.